Crònica oficial de la Paella del mateix nom.

El fetge de bou compleix 25 anys

La Serenissima

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Diputació General del Fetge de Bou

In Memoriam: Forges

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In Memoriam: Pau Donés

In Memoriam: Pau Donés

Samarreta commemorativa

Samarreta commemorativa

El Teatro Chino

El Teatro Chino
Si Nova York no és la ciutat més meravellosa i impressionant del món, que baixe del cel el garrot de Sant Ramon Nonat i li trenque el llom a qui ho dubte.

L’any 1931 s’acabà de construir el magnífic Empire State Building (que s’ho mire Calatrava) i la seu de Nacions Unides quedà enllestida l’any 1952


Sense importar un carall tot aquest desenvolupament humà, el mateix any Espanya donava al món una altra gran obra: el Misalito Regina del pare Luis Ribera, c.m.f. que resultà ser l’arma de destrucció neuronal (NDW, en anglès) més perillosa que ha creat l’home.

Es varen publicar al voltant d’un milió d’exemplars que encara romanen amagats als calaixos de les còmodes esperant l’oportunitat de llançar la seua càrrega neuroletal.

Les mascletaes nuclears que també per aqueixos anys esclataven al desert de Nevada, no són res al costat d'aquesta màquina que hauria d’haver anat acompanyada d’un comptador Geiger per a la seguretat dels xiquets de primera comunió, sos pares i demés família. 

Ací tenim una de les parts més destructives del missalet, “las deprecaciones para alcanzar una buena muerte” de les que sols anem a mostrar-ne quatre, d'un total de quinze, atesa la perillositat que suposa fins i tot per a les persones adultes.


Índex

I. Carta del padre Corróns, s.j.
II. Desmontando al padre Corróns (1)
III. Desmontando al padre Corróns (2)
IV. Demontando al padre Corróns (3)
V. Sobre Margarita Ignacia Obiang
VI. Desmontando al padre Corróns (4)
VII. Tomás Ramón Trijuenque.
VIII. Els orígens del Txistu en Guinea.


Carta del padre Corróns, s. j.

Gracias a la ayuda de un ilustre colega natural de Pego (Alicante), he podido leer traducido ese libelo sacrílego, que merita la inmediata excomunión de sus autores o la hoguera directa si don Tomás de Torquemada honrase a la cristiandad con su presencia.

El Misalito Regina, odiosos zascandiles, es un instrumento pedagógico inestimable que el misionero padre Luis Ribera, claretiano, legó a la Iglesia de Roma para la recia formación de los infantes entrados en uso de razón. Ese norte de la catequésis compendia toda una panoplia de recursos didácticos que, como clareó el padre Manjón, respetan el principio de “enseñar deleitando” pues desde lo más sagrado hasta lo más lindante con el mundo, como lo es la música, las canciones o los cuentos morales, está presente en este librito que hace innecesaria toda esa farfolla bibliográfica que los estudiantes del presente siglo cargan en sus mochilas.

Como ustedes, abyectos apóstatas, han puesto coto al número de palabras que se pueden usar en su repugnante página, termino mi intervención con el apercibimiento de que voy a estar vigilante frente a ese foco de irreverente herejía.

Que Nuestro Señor, todo misericordia, me asista.
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Antes de entrar en el ámbito de las verdades, es preciso reconocer que el padre Ignacio Corróns, s.j., es un personaje excepcional. A sus ciento seis años no solo conserva un fluido uso de sus facultades intelectivas y volitivas sino que sus escritos o sermones son tan encendidos como cuando tenía veinte años.

Ahora bien, una vida tan dilatada y una formación tradicionalista como la que este sobrino cuarto nieto de El Tigre de las Amescoas recibió desde niño, dan para mucho y, entre todo ese magma, no todo es gloria.

Para cuando, en Valencia, se presentó voluntario para dar asistencia espiritual a Pilar Prades, hacía más de quince años que regresara de la Guinea Española, donde ocurrió el episodio que vamos a ver.

Conmiserado de "aquellos homínidos sin civilizar" (sic), su estadía en  la Guinea Española estuvo marcada por un ardor misionero tan febril que le movió a apadrinar a un negrito retinto que educó como si fuera su sobrino. Mondongo Obiang, que contaba quince años de edad cuando las tropas destacadas en África se sublevaron contra el Estado, recibió una muy recia instrucción.

Se decía de él que contaba con extraordinarias dotes no solo intelectuales sino físicas y que por eso, Corróns, que encontró a Mondongo bañándose como un Adán zaino en una playa de Luba, tuvo la idea de apadrinarlo.

Los rumores tomaron tal envergadura que el obispo de Malabo llamó a capítulo al padre Corróns y éste hubo de regresar a la península precedido de una fama harto impertinente.

De Mondongo se sabe que casó con Margarita Ignacia y en 1942 tuvieron a su primogénito, Teodorín. De Corróns, tendremos ocasión de sacar a la luz más pasajes bastante vergonzosos de su larga vida.

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El doce de octubre de 1961 no era como otro cualquiera; los saldubenses tenían mucho que agradecer a su patrona porque la riada de enero fue de grandes y desgraciadas proporciones, así que tanto la Basílica como la Seo estaban descartadas para la misa de nueve porque estarían repletas. En el Salvador además, según su amigo Alfonsete (el Gobernador Civil), el padre Ignacio Corrons decía misa a primeras horas, por eso la víspera de la publicación en el Boletín Oficial del Estado de su nombramiento como Gobernador general de la Provincia del Sahara, Pedro Latorre Alcubierre decidió oír misa en Santa María Magdalena, que tampoco está tan lejos de la Seo. Allá que se encaminó dando vueltas al magín sobre las barbaridades que don Juan Marián le había contado del padre Corrons y que le movían a eludirlo. Entró en la iglesia y como iba de paisano en nada llamó la atención y se sentó recoletamente.

A las seis y media de la mañana, el padre Ignacio Corrons ya se había tomado un tazón de chocolate con media docena de porras en la residencia de las Anas, donde paraba. Se lavó las manos y la hermana Consumación le informó que el padre Paoletti, aquejado toda la noche de vareta incontrolable, no podía decir la misa de nueve en la Magdalena porque no se encontraba con fuerzas; ni sentarse podía el desventurado por la comezón intensa que sentía en el ojo del salvohonor. Quedó comisionado Corrons para suplir a Paoletti y arreó hacia Santa María Magdalena acompañado por Porongo Nlongo, un pupilo retinto que se había traído de Río Muni para meterlo en religión y que le haría de monaguillo aunque era un verraco zascandil.

Sonó la campanilla y entró el cura como una bala desde la sacristía, Porongo le seguía unos pasos por detrás. Cuando Corrons se incorporó de la genuflexión, el murmullo de la nave sacra era ya grita evidente y es que Porongo había entrado portando tan formidable erección que la sotanilla semejaba carpa circense.

¡Me cago en su puta madre!”, se le escapó a Alcubierre. El sacristán, con los ojos fuera de sus órbitas, retiró a Porongo del altar mayor. Una anciana de la primera fila, al grito de “Virgen del Pilar”, cayó desmayada pero nadie acudió a socorrerla porque toda la parroquia salió en tropel.

Ni que decir que no hubo misa y que si Corrons no acabó en un calabozo fue por la intervención de don Casimiro, el señor arzobispo, que telefoneó a Gobierno Civil para impedirlo.

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Desmontando al padre Corróns (3)


En el apogeo de su edad, las habilidades del padre Abundio Javierre eran muchas; por ejemplo, podía camuflar una escopeta del doce debajo de la sotana pero en lo que de verdad descollaba era en la mecánica. Arreglaba relojes y cajas de música como quien dobla un pañuelo; diseñó unos baturros de cartón piedra que simulan pisar uva y que aún alegran las ferias y fiestas de muchos pueblos. Ese invento le dio prestigio en el mundo industrial y la seguridad necesaria para lanzarse a la construcción de autómatas. Suya es una virgen yacente que levantaba el brazo derecho para saludar a la romana tanto al salir la procesión como al recogerse. La adquirió Policarpo Belloso, un comerciante de objetos sacros, que la alquilaba como Virgen de la Asunción, María Inmaculada o lo que se terciase. Tanto en decúbito dorsal como de pie, era una imagen muy solicitada por el clamoroso éxito de su militante saludo.



El padre Javierre, apoyado en todo por su congregación, se propuso construir un autómata de tamaño natural con más prestaciones que la figura mariana pero un error en el cálculo de las medidas, dio como resultado un autómata bajito; con muchos movimientos faciales y de las extremidades, pero bajito.

La enorme chispa de Javierre, le puso en contacto con don Jesús Fontán a quien inculcó la idea de utilizar el autómata como doble del Caudillo en los actos en los que éste se hallase ante la masa popular y por tanto en potencial peligro de sufrir un atentado. La idea gustó a la crema del régimen y, con dotación presupuestaria opaca, se dispuso una cochera de palacio para todas las pruebas.

Con motivo de una audiencia que el Generalísimo concedía a los altos representantes de la Comunión Tradicionalista, el padre Ignacio Corróns se personó en Madrid como parte de la comitiva. Por no tener que pagar, porque era a escote, pernoctó en una residencia de las Adoratrices y no acompañó a los demás delegados al hotel donde se alojaron cosa que aprovecharon éstos para irse de putas.

Mientras los boinas rojas transitaban los jardines de El Pardo, el padre Corróns se cruzó con Javierre y aunque no se profesaban simpatía, se saludaron. El padre Abundio, tocado de una vanidad excesiva, contó a Corróns en qué trabajaba y como el turno del besamanos para la delegación carlista era el último de la mañana, a instancia de este último, se encaminaron a la cochera para ver el ingenio. La concepción que Corróns aún tiene sobre la ciencia es muy simple: obra del maligno. El “hombre mecánico” lejos de salvaguardar al faro de occidente, desde su punto de vista, lo ponía en peligro.

En cuanto el artefacto se puso en marcha, Corróns le asestó un sillazo extremado y certero que redujo el autómata a tornillos y muelles de cuerda.

Las peripecias que se siguieron y los insultos que salieron de la boca de Javierre, no caben en este cuento. Perdida toda esperanza de recomponer la máquina, renegó ante Fontán de su idea y le predispuso para la creación de una unidad secreta de dobles del Caudillo, que con el tiempo se llamó Servicio de Suplantación (S.S.)

En cuanto a Corróns, solo la intervención personal del chelvano José María Valiente aplacó la ira que en El Pardo despertaba.

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I

Ofelia Nieto va nàixer en el poble madrileny d'Algete un 18 de març de 1898, tres anys després del naixement de la seua germana, la famosa soprano coneguda pel nom artístic d’Ángeles Ottein.

Les filles de José i Erundina foren educades en un ambient literari i cult. De fet, no és gens casual el nom d'Ofelia, inspirat en el personatge de l'obra teatral Hamlet, escrita per William Shakespeare cap a l'any 1600.

Que l'Ofelia de Shakespeare fora l'enamorada del príncep danès Hamlet, germana de Laertes i filla del lord camarlenc Poloni, home de confiança del rei de Dinamarca, seria premonitori de la història que a hores d'ara podem contar. I tot gràcies a Agustín Méndez, un extremeny que va ser xofer de l’ajudant de camp del General Franco i cap dels serveis secrets del règim, l'almirall galleg Jesús Fontan Lobe.

Agustín Méndez treballava l’any 1968 en la banca oficial franquista, concretament en la Caja Central de Crédito Marítimo y Pesquero, que tenia les seues oficines en la glorieta d'Alonso Martínez, a Madrid, i que l'almirall Jesús Fontán Lobe usava com a tapadora de l'espionatge franquista.

Conta l’ara jubilat Agustín Méndez, que l'almirall  li va dir, mentre assenyalava unes carpetes, que “ni les tocara”. I clar... el va vèncer la curiositat i les va fotocopiar.

Les deu carpetes incloïen testimoniatges de l'espionatge a la Casa Real, cartes de "La Pasionaria" al general Franco, comunicacions procedents dels EUA i l'Alemanya nazi, però també correspondència privada relativa a María Ofelia Erenia Nieto Iglesias, la nostra Ofelia.

II

La carrera d'Ofelia Nieto com a soprano va començar el 28 de maig de 1914, en el Teatre Real de Madrid, el dia de l’estrena de la sarssuela Maruxa, del compositor Amadeu Vives. L'èxit aconseguit, la va portar molt ràpid a cantar òperes com ara Ernani, Madama Butterfly i La Boheme, i a fer una gira de recitals al costat de la seua germana, la també soprano Ángeles Ottein , totes dues acompanyades pel pianista Raffaele Terragnolo.


La veu d’Ofelia era generosa, corpulenta i suau alhora, robusta i de bell timbre, apta per conrear els papers de soprano dramàtica. Així, l’any 1926, i amb la intervenció del prestigiós director d'oquestra Arturo Toscanini, va cantar en la Scala de Milà, el Lohengrin de Richard Wagner.

En 1928, i quan estava en la cúspide de la seua carrera, es va retirar de l'escena per a contraure matrimoni amb el procurador sevillà Felipe Cubas Albernis, de 52 anys. L'enllaç va tenir lloc el 18 de març a Burgos, que era on vivia la seua família. Després del seu matrimoni es va instal·lar a viure en el carrer Moratín de Sevilla i només va cantar de tant en tant per a les societats benèfiques sevillanes que la reclamaven.

Més concretament era la comtessa de Lebrija qui comptava sovint amb la soprano, en els actes de caritat organitzats per a alleujar la situació d'una Sevilla on la tuberculosi campava per corrals de veïns i barris populars. Així, amb 30 anys d’edat, retirada de l’escena i casada amb un procurador vint i dos anys major que ella, la nostra Ofelia va començar a sentir-se identificada amb l’Ofelia romàntica del poema de Rimbaud:

Voici plus de mille ans que la triste Ophélie
Passe, fantôme blanc, sur le long fleuve noir
Voici plus de mille ans que sa douce folie
Murmure sa romance à la brise du soir
Fa més de mil anys que la trista Ofelia
reposa fantasmal sobre el llarg riu negre.
Fa més de mil anys que la seva dolça follia
xiuxiueja sa balada a la brisa del capvespre.

Ofèlia llegia poesia, i és així com va conèixer al poeta Adriano del ValleRossi, qui l’any 1927 havia fundat a Huelva la revista Papel de Aleluyas. Eren anys difícils i convulsos socialment, i la feina del marit d’Ofelia, no tant com a procurador, sinó com a comissionista i apoderat del Banco Hipotecario de España, esdevenia cada vegada més incompatible amb el compromís caritatiu de la seua dona amb els més humils.

Cal dir que, dels documents aportats pel jubilat Agustín Méndez, es pot deduir que el Banco Hipotecario de España no solament no va complir la funció per a la qual va ser creat, açò és, estendre el crèdit hipotecari per Espanya, sinó que, a més, el va encarir amb intermediaris com el marit d’Ofelia Nieto, en una estratègia tan arcaica que ni tan sols va establir sucursals.

Dit i fet, Ofelia va decidir fugir del mon que l'envoltava, de la ma d'Adriano del Valle, i seduïda també per la passió compartida que ambdós tenien per la música. De fet, el poeta sevillà, llavors casat amb Pepita Hernández, mantenia una estreta amistat amb Joaquín Turina, Miguel Fleta, Manuel de Falla, Jacinto Guerrero, Joaquín Rodrigo i Ernesto Halffter, entre d’altres. Però ni les circumstàncies polítiques del moment, ni el reduit ambient social que envoltava Ofelia farien fàcil el canvi. Finalment, un sonet d’Adriano del Valle va donar la inspiració definitiva a la adúltera parella: El Vals de los suicidas:

Largas colas, cabelleras y valses,
lámparas consteladas, mil espejos,
multiplicando un solo laberinto
del túmulo lunar. Crespón de nubes,

mas con encajes en ahorcadas golas;
con nácares de dagas florentinas,
venenosos diamantes... Las parejas
valsan y valsan, giran entre sueños

con música espectral y silenciosa
cual si, tocado por violines mudos,
subiera de una orquesta bajo el lago.

¡Oh vals de los suicidas, vals celeste!
¡Oh aparición del hada de los valses
que ha de conmemorar, valsando a Ofelia!


III

El 22 de març de 1931, aprofitant l’agitació que dies abans havia provocat en tota Espanya la fundació del partit Esquerra Republicana de Catalunya, i la proximitat de les eleccions municipals del 12 d’abril, que s’havien plantejat, de facto, com un plebiscit de la monarquia d’Alfons XIII, es va anunciar que Ofelia Nieto havia mort per una infecció de l’apèndix. Mentre, entre 1931 y 1933, Adriano del Valle va dedicar els seus esforços a escriure la seua obra “Mundo sin tranvías”, guardonada l’any 1934 amb el  Premio Nacional de Literatura.

Parc de Maria Luisa, Sevilla
Al juny de 1935, amb assistència d'alcalde i autoritats, es va inagurar a Sevilla una glorieta dedicada a Ofelia Nieto en el Parque de María Luisa, que és obra de l'arquitecte Juan Talavera Heredia, amb la pintura del muralista Juan Miguel Sánchez, on es representa a Ofelia vestida per a l'òpera Ernani, acompanyada de dues figures que simbolitzen el cant i la música. Però ara sabem que l’Ofelia que va quedar en Sevilla només és una part de la nostra crònica. La documentació de les carpetes de l'almirall Jesús Fontán Lobe, ara revelada pel jubilat Agustín Méndez, ens explicarà, definitivament, la resta de la història.

Tot començà amb un canvi de nom, aconseguit sense massa dificultat gràcies a les lleialtats conreades per una Ofelia que ara lluiria al seu passaport el nom de Margarita Ignacia. Mentre, durant la guerra civil espanyola, Adriano del Valle va col·laborar fervorosament amb el moviment falangista a través dels serveis de Prensa y Propaganda que des de Burgos dirigia Dionisio Ridruejo. Però l’indefugible anonimat que havia de seguir l’ara anomenada Margarita Ignacia, només podria ser alleugerit per la cada vegada més intensa vocació religiosa que brollava del cor de la nostra protagonista.

Sevilla, 1938
La flama de la fe li va arribar a Margarita Ignacia de la arravatadora prèdica del jesuita Corrons, qui el huit de gener de 1938 va participar en la novena celebrada en la Catedral de Sevilla, i amb el seu discurs clar i directe, va captivar a tota la feligresia, i també a la nostra protagonista, qui a poc a poc es va anar desvinculant del poeta falangista, amb qui tantes passions havia compartit.

Adriano del Valle
Adriano del Valle era un home corpulent, i amb el temps, ara ja sense les atencions i l’estima de Margarita Ignacia, va arribar a pesar més de cent quilos, com s'aprecia en els esplèndids retrats que li feren els pintors Manuel Ortega i Vázquez Díaz.

Per la seua banda, Corrons, igual que el Fermin de Pas de Vetusta, en La Regenta de Clarin, certament éra ja poderós, dominava al seu antull dins i fora de l'Església, però, a quin preu? Al preu de la renúncia de l'amor: el seu poder tenia com a contrapartida l'odi. Era temut, no estimat.

En el seu paper de pare espiritual, Corrons havia de reprimir els desitjos corporals, per tal d’aparèixer en societat com un ésser pur i aliè al món. Per això es dedicava, sempre animat piadosament per Margarita Ignacia, a traduir a la llengua castellana la Biblioteca d´Exercicis del també jesuita Ignasi Casanovas,.

La Regenta i el Magistral
Però la sotana de Corrons amagava a un home fornit i potent, que sentia els impulsos libidinosos del seu cos. Fins i tot, en una carta de les revelades per Agustín Méndez, es reconeix lasciu... Tot plegat, ara sabem que Corrons va educar a Mondongo Obiang, un esvelt adolescent guineà, com si fos el seu nebot, malgrat el risc que això suposava per al seu paper espiritual i per a les seues aspiracions d'aconseguir el bisbat algun dia.

La comprensió i estima que devotament li professava Margarita Ignacia, va posar fi a la deriva africana de Corrons. El bisbe Monseñor Rafael Nze Abuy el va advertir serenament sobre la intensa dedicació que prestava a l’educació del jove Mondongo, l’Adonis guineà. 

La solució imposada pel prelat, per tal d'evitar mals majors, va consistir en que Margarita Ignacia es casara amb Mondongo Obiang, prenent així el seu cognom, i assumint amb resignada naturalitat els costums de Bata, a la regió de Mbini, també coneguda llavors com Rio Muni

La vida de la nova parella quedaria resolta amb el nomenament de Margarita Ignacia com a directora musical de la diòcesi i professora de cant dels pares claretians., mentre Mondongo rebria una assignació econòmica per posar com a model per a les il·lustracions oficials, aprofitant el seu portentós físic.

Corrons marxaria a la península per a organitzar el Congrés Nacional de Congregaciones Marianas Femeninas i mai més tornaria a veure als Obiang.



El vigor evangelizador que siempre caracterizó al padre Corróns y que, desde luego, es uno de sus timbres de gloria, pareció declinar su luz durante la temporada en la que asumió la dirección espiritual de doña Ofelia Nieto. Los muchos días en los que Corróns comía en el palacete disfrutaban ambos de sobremesas de agradable conversación pero a media tarde, la visión del piano encendía en Corróns la viva esperanza de oír cantar a su discípula un Ave María; anhelo inútil porque a doña Ofelia le había dado por no cantar ni una nota.


Una tarde a la hora del rico chocolate que preparaba Alivio Piris, la cocinera, llegó la visita de don Agapito Calderón, virtuoso pianista que otrora acompañara a doña Ofelia en muchos recitales. Entrar Calderón y sonar el piano, fue todo uno y al rato se arrancó doña Ofelia con la Casta Diva que daba gloria…

Corróns que, fuera del Oriamendi, no conocía mayores sutilezas musicales, quedó alelado ante aquel terciopelo sensualísimo que era la voz de doña Ofelia y cuando, ya de anochecida, se retiró a la residencia de las Consumatrices donde paraba, tenía la mollera inervada por una pulsión que creía sepulta y que culminó en copiosa polución nocturna a eso de las dos de la madrugada.

Siguieron muchas tardes musicales de verdadera revelación que tuvieron su correlato excretor durante el sueño. Una mística zozobra se apoderó de Corróns y, por mortificarse, pensó en no frecuentar más a doña Ofelia aunque lo hizo durante dos semanas más porque en realidad la lucha más encarnizada la libraba contra el chocolate de Alivio.

Libre ya Ignacio Corróns del suave y muelle yugo musical que tan arrebatado lo tuviera, caviló que la música pura y limpia podía también usarse en el afán evangelizador. En cosa de tres meses, tiempo necesario para obtener el permiso y reunir los insumos de su nueva misión, se plantó en Fernando Poo, pues no se le autorizó a pisar el continente.


En la parroquia de Bococo y con el mal disimulado disgusto de mosén Recio, su titular, reunió a la muchachada local y les ofreció formar parte de una nueva agrupación filarmónica que acompañaría las abundantes procesiones y alegraría las menguadas fiestas. La banda de cornetas y tambores Los Requetés ya estaba en marcha.

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Els orígens del Txistu en Guinea

Malgrat l’incontestable predomini claretià en Guinea, derivat de l’intens procés evangelitzador impulsat pel capellà Ciriaco Ramírez des de 1883, Corrons va poder conrear certa amistat amb les Teresianes, les religioses de Jesús-Maria, els Germans de La Salle i l’Associació Misionera Seglar, que també havien fundat missions i escoles en les illes d’Annobon, Corisco i Elobey Chico. I així fou com finalment va aconseguir la preceptiva autorització del Vicari Apostòlic, el pare Armengol Coll, per a constituir una banda de cornetes i tambors que prestaria servici a tots els territoris espanyols del Golf de Guinea i tindria seu estable al seminari de Riaba.

Dit i fet, Corrons es va aplicar durant les primeres setmanes d’estada al seminari de Riaba, en l’estudi del Diccionari espanyol-bubi publicat l’any 1856 per Monsenyor Miguel Martínez y Sanz, mentre esperava contestació del seu contacte a la metròpoli, el Pare Alejandro María Olazarán Salanueva, amb qui Corrons comptava per a aconseguir les necessàries cornetes per a la seua banda. Quant als tambors, considerava que els tam-tam elaborats pels indígenes podrien ser vàlids.

Celebració a l'església de Santiago de Baney (Guinea)
Havien transcorregut ja tres setmanes des de l’arribada de Corrons a Riaba quan va arribar la correspondència del Pare Olazarán en la que comunicava el seu nomenament com a Capellà de l’Associació de Txistularis del País Basc. Corrons va deduir immediatament que ja no seria possible aconseguir les cornetes i enviar-les a Guinea des de la península. I no es va sorprendre, ja que era conegut públicament que Olazarán havia estat professor de música al Col·legi de la Mare de Déu del Bon Consell de Lekarotz, i llavors havia creat la primera Acadèmia de Txistu, integrada pels alumnes més aptes. A més a més, Olazaran era l’autor del primer mètode per a Txistu i ja desplegava una significativa tasca de recuperació del folklore navarrès.

Després d’una llarga passetjada pels polsosos camins que envoltaven el seminari de Riaba, Corrons es va refer de l’entrebanc, i esperonat pel sentiment patriòtic que mai havia postergat, va començar a tararejar la lletra de l’Oriamendi, imaginant amb entusiasme la facilitat per fabricar Txistus amb l’abundant fusta de boix que Guinea oferia. Ja no caldria esperar per més temps les cornetes dela metròpoli, i amb el mètode Olazarán, ben prompte els seminaristes indígenes podrien expressar tota la seua musicalitat en els actes civils i religiosos de tota la colònia, especialment en els balls festius, on a judici de Corrons, esdevenia especialment pecaminós el ball entre el jovent.

Publicitat impulsada per Corrons a Guinea

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PAQUITO JEREZ

José Jacinto Carballeira Boiro nació en Sanxenxo (Pontevedra) el año de Nuestro Señor de 1865 pero se crió en Rute (Córdoba) y por eso abrevió su nombre en Paquito Jerez y quedó convenientemente mimetizado.

No hubiera merecido la pena ocuparse de él de no ser por el hecho de que, con buena caligrafía, era aficionado al género epistolar: mandaba cartas generosamente sin esperar respuesta alguna y de ello, sin saberlo, llegó a hacer crónica.

A los diecinueve años se marchó a Francia a trabajar con poco hato pero con una vasta experiencia de la historia que escribía España de una manera abrupta.

Allí trabajó en muchas ocupaciones pero en 1889, a los veinticuatro años de edad, entró a trabajar en una empresa muy seria, la Compagnie Universelle du Canal Interocéanique de Panama, cosa que le obligó a trasladarse a esa región. Ese mismo año quebró la compañía y Paquito Jerez se quedó a la sopa boba en esa zona americana que pugnaba por segregarse de Colombia.

Como él mismo escribió a una sobrina de Sama de Langreo, "hasta que los americanos del norte no se empeñan en algo, ese algo no sale para delante".

Y así fue, porque hasta que los norteamericanos no vieron el negociazo que era terminar el Canal de Panamá, la cosa no prosperó. Y no les resultó sencillo porque tuvieron que inventar un país para quedarse con el mejor trozo.

En 1906 volvió a rugir la maquinaria y empezó a correr el oro. Paquito Jerez se había casado con una panameña reguapa que heredó una fabriquita de hielo de su padre. Con ella tuvo una hija y nada más porque el matrimonio se deshizo y Jerez entró como dinamitero en la construcción del canal.

El trabajo duro le inspiraba literariamente, así que en aquel período escribió y mandó unas ciento cinco cartas y postales.

Murió a los cuarenta y ocho años, justo un año antes de que se terminara el canal y reposa, junto con los otros cincuenta y pico mil obreros que se llevaron la malaria y la fiebre amarilla, junto al canal del istmo de Panamá.

Su legado epistolar ha sido recopilado por ilustres doctores de la universidad de Granada y pronto, con el patrocinio de los ayuntamientos de Sanxenxo y Rute, se publicará en dos tomos muy lujosos para el disfrute de los estudiosos de la historia de España y de América.


SATANASA CIENFUEGOS

Esta mujer bravía que nació en San José de Mayo (Uruguay) hace casi doscientos años, pasó parte de su vida en uno de los enclaves más solitarios y tristes del mundo: en Isla Soledad o, como la llaman los británicos, East Falkland.

Llegó a esas tierras a bordo del Levensides un carguero que transportaba guano y que naufragó frente a la costa de Stanley. Salvó la vida casi toda la tripulación pero no su padre que ya era viudo y además prófugo.


Ella era muy jovencita, de apariencia cañaticle pero con mucho carácter y por eso entró al servicio de una tabernera que se apiadó de ella y la exprimió a cambio de cama y comida.

Como en aquella segunda mitad del siglo XIX la industria ballenera estaba boyantísima, a la taberna nunca le faltó parroquia para gastar la paga; de manera que Satanasa, bien pronto, puso precio a su coño con mucho éxito.

Cuando, en tan extrañas circunstancias que ni la historia las ha aclarado, murió la tabernera ella se apoderó del negocio y multiplicó sus ganancias.

El roce y el tiempo la unieron a John Scott-Jervis un comandante de la Royal Navy con el que se trasladó a la capital del imperio y terminó convirtiéndose en Lady Barbara Scott-Jervis de modo que su nombre y apellidos iniciales quedaron en segundo o tercer plano.

Su indudable talento para la trepa social le hizo acumular riquezas en forma de herencias diversas entre las que tempranamente ejecutó la de su marido, John Scott-Jervis, que desapareció en el Pacífico durante un tifón.

En su suegro encontró la horma de su zapato y ya parecía que su meteórica carrera iba a estancarse cuando llegó una tristísima noticia de la India: el primogénito de Sir Harold Alexander Scott-Jervis había muerto al ser atacado por un tigre, de manera que la enorme hacienda y la industrial tetera de la región de Assam quedaban sin dirección. Sir Harold sin duda lo pensó bastante pero, sabiendo que a la larga lo perdería todo, optó por perder de vista a su nuera y la mandó a la India para que se hiciera cago del negocio.

Aquello fue un acierto porque los beneficios casi se triplicaron. El opio y no el té era el motivo de las grandes ganancias.

En 1905, durante la partición de la provincia de Bengala, que dividió también los predios de Barbara Scott-Jervis, murió ésta a la edad de sesenta y nueve años de una apoplejía.

La hacienda y el pingüe negocio quedaron en manos de Bo-gui C. Gong un honorable ciudadano chino que siguió comercializando el Assam Tea hasta que fue cruelmente asesinado un año antes de la independencia de la India.


Benigne Moll i Bonet (es manxol de Ferreries)

Este hombre de vida azarosa, vio la luz del día en la localidad costera de Hastings (Reino Unido) el 11 de julio de 1693 y a los dieciséis años de edad, harto seguramente de la pesca del arenque, se alistó en el ejército con el que el Conde de Stanhope regresó a España para ver lo que trincaba.

James Cuthbert; así se llamaba nuestro hombre cuando empezó a guerrear en una tierra ajena y en una guerra que consistía en tomar Madrid y abandonarlo sucesivamente.

El día de la Purísima Concepción, las tropas de las que formaba parte, pernoctaron en Brihuega (Guadalajara). Estaban exhaustos y hacía un frío furioso. No encontraron hospitalidad sino alarma plenamente fundada porque, con la oscurecida, recibieron las primeras andanadas de un bombardeo que la artillería apostada en los altos cercanos, prolongó toda la noche.

Allí, una bala de cañón le arrancó el brazo izquierdo y la consciencia durante varios días. Cuando la recuperó, le dijeron sus compañeros de armas que les evacuaban a Barcelona porque les habían canjeado; de manera que se vio en esa ciudad donde entabló amistad con un marino holandés muy sabio que le convenció para navegar rumbo a Denia mediante un cauto cabotaje nocturno y huir de una guerra de codicias que, según él, ya estaba perdida.

Desde Denia, James Cuthbert llegó a la isla de Menorca, que ya hacía dos años que era territorio británico; allí pasó los pertinentes trámites burocráticos para que se le reconociera como inválido de guerra y con la pequeña compensación económica que recibió compró un maltrecho alambique de cobre a un comerciante gallego del que no se tiene constancia documental aunque, la verdad, los gallegos suelen ser omnipresentes.

El hombre ya tenía en la cabeza dedicarse a los destilados y tras establecerse en Ferreries, un pueblecito del interior de la isla, destiló alcoholes algún tiempo hasta que, junto con un comerciante menorquín, decidió importar bayas de enebro para producir ginebra. El negocio que surgió de allí fue considerable porque la enorme guarnición británica que protegía la isla, demandaba ese aguardiente para adjudicarse el pertinente estado ebrio de los días feriados.

Ganó así mucho dinero pero perdió su nombre, porque nadie en toda la isla le designaba de otra forma que Es Manxol de Ferreries por lo que en 1755 cuando, a la misma hora en que Lisboa era destruida por un aterrador terremoto, James Cuthbert falleció, nadie supo con qué nombre inscribirlo en los registros ni qué grabar en su lápida.

Solucionó el asunto un señor cura que decidió inscribirlo como Benigne Moll i Bonet, movido casi seguro por el buen carácter que Cuthbert mostró siempre, y eso mismo es lo que se puede leer en su lápida del cementerio de Ferreries: Benigne Moll i Bonet, Es Manxol de Ferreries.


MARIANO DEL PESO

Sobre Mariano del Peso se sabe muy poca cosa salvo que nació en Madrid en 1787 en una miserable familia numerosa que ni pan tenía para llevarse a la boca; de manera que este hombre debió de pasar su infancia y parte de su juventud dedicado al pillaje callejero para permitirse el hecho de vivir.

Pero eso no es más que una suposición porque sobre este hombre, del que no se sabe ni el segundo apellido, solo se tiene constancia documental de un día de su vida y ese día fue tremendo.

Salió por patas del chamizo en el que descansaba después de haber violado la noche anterior a una gitanilla. Le buscaban para matarlo.

Un atronador ruido cada vez más frenético le atrapó y seguramente pensó morir porque le llovían golpes desde todos los puntos cardinales. Apretujado contra un muro de piedra sintió una herida en un hombro que sangró a borbotones y entonces debió ser cuando se fracturó el codo.

No era posible que los gitanos le hubieran hecho eso sin terminar matándolo.

No habían sido los gitanos sino, como le explicaron después, un montón de moros a caballo poseídos por Satanás.

Le vendaron la herida pero a ratos volvía a manar y eso fue lo que le determinó a seguir con aquellas gentes a las que pareció encomendarse.

No comieron en todo el día y por la tarde, alguien trajo la noticia de que un grupo de valientes de Móstoles se dirigían armados hacia Madrid. Mariano del Peso oía, con progresiva deficiencia, como la indignación se apoderaba de esas gentes que parecían clamar venganza mientras se enfurecían cada vez más.

Había perdido el oído completamente cuando le entregaron un hocino oxidado seguramente para su defensa. Debió de preguntar lo que pasaba y en los labios de uno leyó que se iban hacia el cuartel de Monteleón.


De anochecida, con solo veintiún años de edad, cayó muerto sin llegar a saber a santo de qué.



VILEZA Y BEATITUD DE LA CARNALIDAD

El padre Ignacio Corrons, s.j. fue un prolífico evangelizador de la Guinea Española como muy bien sabemos. En su etapa más pujante hizo una serie de sermones que, por tocar todos los aspectos de la vida cristiana de un modo sencillo y asaz práctico, fueron recopilados por la madre Bernardina Bello, f.c.j. (Fieles Compañeras de Jesús) en un volumen intitulado "Pietate" del que presentamos el capítulo Vileza y beatitud de la carnalidad porque sigue siendo, en el presente siglo pieza de continua consulta entre la prelatura.

 El Maligno siempre maquina y acecha para atraer las almas puras al averno do mora y de donde son vivero los tormentos infinitos. Son muchos los instantes del decurso vital en los que Lucifer asalta al hombre con promesas, bienes o placeres que puede gustar o poseer si se entrega a su maléfica voluntad.

Los placeres de la vida muelle e irresponsable pero corrupta a mansalva son los que el siglo, a través de Satanás, presenta al cristiano a cada momento. La claraboya del báratro, la fumarola del orco volcán de los infiernos es la que el cristiano santo y fuerte debe rehuir como presa del miedo pánico porque en ella reside la clave del arco del más completo mal. La mandorla densa y tupida arraigada en el bajo vientre de las hembras, constituye el pendón y divisa de la retorcida maldad diabólica a la que Castidad nos impide acercarnos y Prudencia y Santidad nos obligan a repeler.

¿Pero entonces, cómo puede en buen acato de las normas divinas, perpetuarse el humano linaje? Mediante la oración, la constante contrición y el físico fustigarse el ser humano, ya con cilicios, ya con disciplinas, mientras el bendito cordón de San Francisco cumple la asquerosa pero ineludible tarea de hollar el abominable ventano de la maldad donde, paradójicamente, también se creará, tras lucha titánica entre los arcángeles celestiales y los execrables demonios, la nueva vida para la mayor gloria de Dios Nuestro Señor. Esta maniobra pecaminosa por sí y que Dios Misericordioso perdona por mor del crecimiento de su grey, solamente no entristece en el más alto grado al Niño Jesús si se lleva a término entre varón y mujer apostólicamente unidos y con la breve duración que el varón responsable ha de observar para resolver una abundante, fuerte y fértil polución.

El amor, pues, no tiene por qué ser carnal en el sentido que se ha expuesto ut supra, lo puede ser en el dominio de la ternura y del cariño que el castísimo San José regaló al Jesusín sin propiamente ser su padre coyundal pues le daba besitos y le administraba caricias sin cuento. El cuerpo de los infantes o de los púberes goza de la beatífica pureza celestial en la que los directores espirituales pueden ejercitar magisterio pues tanto les es dado inocular catequesis como otra suerte de atenciones, garatusas o lisonjas ya que no hay carnalidad en acariciar flautines sino la beatitud que, a la recíproca, también se muestra. Hallase en esta carnal relación en la que el Ojal de la Gloria ocupa superior sitial, la bendición del amor divino y no en los pecados repugnantes en los que interviene la gruta de la purulencia moral o, dicho en román paladino, el potorrito.

Inclínese el cristiano pero, sobre todo, el sacerdote al amor de la carnal ternura y rechace, salvo llamamiento supremo, el odioso encuentro con la caverna o sima del perdimiento.

Por Jesucristo Nuestro Señor, amén.

León Trujillo

Esta es la breve historia de un hombre que nació en Cañuelas, muy cerquita de Buenos Aires, el año de 1859 y vivió apaciblemente disfrutando de su familia en la pampa amena y hermosa.

Con el despacho de teniente y veinte pujantes años, León Trujillo Volpini tomó parte en una campaña militar, que se gestó en lo que toca a la estrategia y la teoría social y política, en el palacete colonial que su familia tenía en Cañuelas y cuyo objetivo era darse prisa en conquistar lo que los ingleses codiciaban.

Antes de partir hacia el desierto con las tropas del coronel Levalle, contrajo matrimonio con una de las hijas de un gran amigo de su padre que por aquel tiempo gozaba del más alto prestigio nacional. La boda, se puede imaginar, fue un acontecimiento social muy notable pero la luna de miel duró poco porque las fuerzas militares se movieron rápidamente hacia el sur.

Cuando comenzaron las hostilidades, León Trujillo quedó apercibido de dos cosas: por una esquela que el correo le trajo desde Buenos Aires, que esperaba un hijo y por el informe oficial de la Comisión Científica, que los nativos valían más muertos que vivos; así que, con la ilusión de lo primero se lanzó a lo segundo como un Pizarro redivivo.

En todos los frentes el ejército actuó con enorme diligencia por lo que la Conquista del Desierto finalizó en el Cabo de Hornos de manera tan exitosa que la Argentina triplicó su territorio y entonces es cuando empezó lo mejor que tienen las conquistas: el reparto.

León Trujillo Volpini, que era yerno del ministro de la Guerra, obtuvo dos ascensos por los muchos méritos logrados y terminó la campaña contra el indio como comandante y propietario de una extensión de terreno tal que desató las envidias de sus correligionarios. Hasta se empuñaron revólveres aunque sin mayores consecuencias, gracias a las veladas amenazas de consejo de guerra sumarísimo que llegaron por conducto reglamentario.

Tras una estadía en la capital, durante la cual su primogénito Napoleón Trujillo Roca tomó la primera comunión, la familia preparó su traslado a la pampa para establecerse en una estancia muy bella llamada La Inglesa.

León Trujillo se convirtió en ganadero en un momento dulce porque la industria frigorífica había llegado ya a los barcos que cruzaban el Atlántico y la carne del vacuno argentino era muy apreciada allende las fronteras donde, por otra parte, se estaba cociendo un descomunal conflicto que asolaría Europa.

Nuestro hombre sabía muy bien que en río revuelto las ganancias son para los pescadores, así que movió los resortes de su agencia comercial de Plymouth (Reino Unido) y en poco tiempo su fortuna pasó a ser una de las más importantes de la república. Dar de comer al hambriento a veces tiene esas cosas.

Terminó sus días felizmente, bajo el cielo limpísimo de la pampa, como respetado patriarca y ganadero modelo.

Episodios celestiales I

Los días previos a la Navidad son los mejores pues son anuncio de posibilidades y esperanzas.

En eso se hallaba Gabriel: entre las esperanzas y las maravillosas rutinas.

Repasaba pues el brillo de sus alas y la caída de su túnica talar; el vuelo hasta la casa de la Mari tenía que ser impecable.

Bueno, pues iba el tío como los propios ángeles sobrevolando Cafarnaum, cuando tuvo la idea de llegarse a un olivar, que con su padre plantara otrora, por ver cómo se criaba. Descendió, paró en blando y cayó de culo. "Que no sea barro", pensó. Era de vaca. La Anunciación a tomar por saco.

Per a escorcollaires

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