Para degustar el riquísimo embutido a la farmacopea es preciso disponer de un recipiente, preferentemente de barro cocido, y un botiquín, de los que facilitan la mútuas de seguros, porque contendrá alcohol etílico. El mencionado alcohol es el que aparece en la ilustración y no debe confundirse con el alcohol METÍLICO que es venenoso y puede resultar mortal.
Pues bien, una vez dispongamos del alcohol etílico que por desgracia no encontraremos en estado puro, cosa que sería la delicia de los borrachines, debemos presentar las piezas de embutido que deseemos deglutir en el recipiente de barro; después regaremos las viandas con el alcohol y con prudencia pero no sin donaire, prendremos fuego al conjunto.
La propia calor (el alcohol etílico tiene buen poder calorífico en su combustión) hará que el embutido exude grasilla y poco a poco vaya asándose de suerte que, cuando se haya consumido todo el combustible y degradado el infame aditivo que le acompaña y sirve como disuasorio a los pimplantes, tendremos preparada una parrillada de embutido de un gusto exquisito que triunfa en negociados municipales, registros de la propiedad inmobiliaria y cualesquiera oficina funcionarial así como también en la empresa privada.
Guerra a la hostelería. Hágalo usted mismo de forma sencilla y al nivel de los grandes asadores de carretera. ¡Ya está bien de comer fiambre! ¡Empecemos a comer caliente en nuestro mismísimo puesto de trabajo!
De esta manera se consagra el principio de conciliación de la vida laboral y la familiar.
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