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figura 1 |
En ese campo, desde luego hay materia para rato; pero vamos a acercarnos un poco a las contraetiquetas (back labels) porque merecen la pena tanto en su forma como en su fondo.
Como el lector tendrá prisa, abordaremos solamente el fondo. ¿Qué texto debe llevar una contraetiqueta? El mínimo posible. En cambio, los bodegueros, si se empeñan en explicarse, caen normalmente en el pedagogicismo y, si se envalentonan, en el enciclopedismo.
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figura 2 |
Hoy solo veremos el pedagogicismo que es la tendencia a convertir la contraetiqueta en un tratado de enología que sumerge al incauto comprador del vino en un curso completo de banalidad (figura 1) o erudición (figura 2) En ambos casos se atenta contra la inteligencia del consumidor, inculcándole terminología inicua como maridaje, o bien ofreciéndole un abrumador catálogo de conocimientos vitivinícolas.
La contraetiqueta respetuosa es más parca porque trata al consumidor de igual a igual, le deja libre para desgustar el vino y decir si le gusta. Los detalles, forman parte de la tertulia.
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