Para formarse una idea cabal del significado
de la expresión “estar fuera de contexto” es muy recomendable visitar la
Alhambra en Granada guardando para postre el palacio de Carlos V. Se trata de un lugar inquietante que, de haber estado en Florencia o Madrid a todos parecería
exquisito y distinguido pero que, al considerar la fina elegancia del entorno que desluce, ya no hay cómo tragarlo. Y, no obstante, el palacio de Carlos V
nos interesa por un hecho que al parecer aconteció durante su dilatada
historia y que, a pesar de estar documentado, pasó
desapercibido hasta que, ya en el año 1925, Leopoldo Torres Balbás [más información] lo puso de relieve.
En 1637 las obras del palacio quedaron
suspendidas. España tenía en el horizonte nuevas disputas que requerían dineros
y se conoce que el rey no era amigo de desplazamientos más allá de
Navalcarnero.
El palacio de Carlos V, no obstante nunca
estuvo dejado a su albur porque las milicias granadinas ocuparon sus muros
durante muchísimo tiempo. Ese es el contexto de la anécdota que gracias al
arquitecto Torres Balbás podemos sacar a la luz.
El documento que Torres halló en la
Real Chancillería de Granada mientras se documentaba para la recuperación del
esplendor de la Alhambra, no es en absoluto relevante puesto que se encontraba
archivado bajo el epígrafe Sueltos
Alhambra que no son sino un compendio de documentos inconexos que ni
siquiera están datados pero que aparecieron en la Alhambra a lo largo de los
años. Le llamó la atención al arquitecto porque la pequeña historia que narra y
que consiste en que los soldados se hacen una comida a base de arroz, ya
aparece citada en una de las numerosas cartas que Washington Irving dirigió a
su buen amigo sir Walter Scott y que la Biblioteca Astor publicó con tirada tan
reducida que es imposible hallar ejemplares.
El hecho de hacerse una comida con arroz no
sería relevante si su cultivo en la época no hubiese estado prohibido [más información] y es precisamente la prohibición lo que lo hace relevante
junto con otro detalle que aquí nos interesa mucho y que no es otro sino que al
guiso lo llaman “paella de buey”.
Vamos a ver el documento original.
Y ahora veremos una transcripción comentada del mismo.
Este documento nos sitúa la paella de fetge de bou como mínimo en el siglo XVII a juzgar por los caracteres con los que está escrito el documento que para el paleógrafo Jesús Muñoz y Rivero [más información] son inequívocamente del s. XVII aunque algunas expresiones que aparecen en él podrían llevarnos al menos un siglo más atrás. No queremos pecar de osados y, por el momento, nos quedaremos en el siglo XVII como mojón histórico para datar nuestra excelente paella.
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